Serigrafía: ¿Qué es y cómo funciona?
La serigrafía es uno de los sistema de impresión más utilizados actualmente y cuenta con aplicaciones muy variadas. Este tipo de impresión se usa para estampar textiles (como nuestras camisetas ilustradas) e imprimir en todo tipo de materiales (como el papel, plástico, cristal, madera, caucho, etc.). Incluso se llega a utilizar para cartelería de gran formato.
La técnica se puede realizar de forma manual en pequeñas producciones o con ayuda de máquinas de impresión plana y rotativas, para producciones en serie. A estas prensas automáticas de serigrafía se les denomina en muchas ocasiones “pulpos”.
¿Cómo funciona la serigrafía?
La serigrafía o impresión permeográfica es una técnica de impresión que transfiere tinta o pintura a través de un marco de metal o madera con una malla tensada de nailon. La malla deja pasar la tinta solamente por las partes que se corresponden con la imagen. El paso de la tinta se bloquea mediante una emulsión serigráfica. Como esta emulsión se endurece al revelarse, se usa esa reacción química para grabar la imagen sobre la malla. Como la emulsión es sensible a la luz, se suele requerir de una mesa de luz para conseguir que se endurezca.
Para grabar la imagen con la emulsión serigráfica sobre la malla ésta debe encontrarse en formato positivo (tinta negra al 100%). La imagen en positivo bloqueará la luz en el área donde no queremos que se endurezca la emulsión, dejando pasar la tinta por esta zona más adelante. Por eso este tipo de impresión sólo puede conseguir tintas planas. No se puede lograr con serigrafía composiciones de color complejas, sombreados o degradados.
Los marcos con malla pueden lavarse y reutilizarse para una nueva emulsión serigráfica. Para conseguir que la tinta se distribuya uniformemente por toda la malla se hace uso de una escobilla o rasqueta de goma.
Gracias a la técnica de la serigrafía podemos crear impresiones de alta calidad y muy duraderas (incluso en textiles). Eso sí, la impresión por serigrafía en textil sí requiere de un proceso de secado después de aplicar cada tinta. Debemos secar la impresión con al menos 180º para evitar que las tintas se mezclen entre sí y garantizar que éstas se mantienen tras los lavados.